martes, 21 de septiembre de 2010

La mochila (Pasos - Capitulo Tercero) - Dedicado a un viajante

Llevo ya varios días recorriendo este camino y un sentimiento de perdida me inunda, tintinea en mi cabeza provocando nostalgia y pena, varios días en los que he podido disfrutar de la fauna, ya escasa eso si, pero de vez en cuando me sorprendía jugando con alguna ardilla, y de la flora, cuyo olor impregnaba mis pulmones haciéndolos sentir frescos y renovados, de cada uno de los paisajes, que pasaban a formar parte del álbum de mis recuerdos, y sobre todo de las aldeas y de sus habitantes, que reposaban a la ribera, regalándome su charla y conversasion. De entre todos ellos recuerdo uno en concreto, un viejo hombre con gorra, bastón y mochila. Hace un par de días después de largas horas sin cruzar palabras no mas que con una vaca que la verdad no parecía entender mis divagaciones, me percate de la presencia de un anciano en el borde del camino, su aspecto era sereno, pero señorial, como si de un rey que se mezcla entre el pueblo se tratara porque no soporta el peso de la corona, su propia sombra parece inclinarse de admiración ante el, su cara reflejaba experiencia, sabiduría y señales de lucha. Sin mas me acerco hacia el y le pregunto:


- ¿puedo reposar a su diestra y compartir un rato de charla?


Respondiendo el:


- Claro, siempre se agradece buena compañía.


Después de largo rato de charla amena sobre múltiples temas triviales y otros no tantos, y después de haber descubierto que de un caminante se trataba, me aventuré a pedirle consejo y preguntarle que llevaba en la mochila. Un país me contesto. Incrédulo yo le replique y el me dijo:


- ¿Acaso no te acompañan a ti tus amigos y vas solo?, ¿acaso tu hogar no esta allí donde esta tu corazón?, ¿acaso mil momentos no llevas sobre tus espaldas?. Amigo mio, el único equipaje que necesitas cabe en una mochila, cárgala bien el camino es largo.


Estas frase me hicieron pensar y me di cuenta de que seria un fabuloso compañero de viaje. Así pues le invite a acompañarme en mi travesía. Pero me comento que su camino ya había terminado, estaba cansado, ahora reposaba mirando el trayecto recorrido, y disfrutando de los recuerdos que albergaba en su mochila, con la satisfacción de haber disfrutado del viaje. Me despedí, le hice ver mi aprecio y alegría de que hubiéramos cruzado caminos, metí una parte de el en mi mochila y continué mi camino con energías renovadas.




NOTA: Dedicado a José Antonio Labordeta que ahora habita en la mochila de muchos españoles.

3 comentarios:

  1. Yo creo que lo más importante es ir llenando esa maleta que nos acompaña siempre con todas las cosas buenas y que aprendemos de los demás...muy bien escrito veci!!!

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  2. Habiendo estado recientemente de viaje, rodeado de gente muy diversa, alguno que considera que se necesitan objetos materiales para conservar los recuerdos o alguno que necesita que cada momento lleve asociado una foto me he dado cuenta de que nada de eso es en realidad necesario, lo más importante son los sentimientos que te provoca el camino y eso siempre se queda en el recuerdo.
    vaya mierda que he puesto, no sé ni si se entiende, pero bueno, ya que vamos de viajes, deberías leerte "En el camino", de Kerouac. nada más terminarlo buscarás el primer billete a los USA para pillar un coche y hacer miles de millas sin destino fijo, que creo que es lo más cercano a la libertad que se puede sentir

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  3. El auténtico Siddhartha no necesitaba siquiera una mochila. Vivía de su sabiduría y la limosna de los demás, pero incluso él vio cómo flaqueaba su voluntad. La pregunta es: ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a renunciar a lo material? ¿Dónde dejarás el saco de dormir, el teléfono móvil, el ordenador portátil, la televisión de alta definición, el coche, la moto? ¿De qué tamaño es la mochila exactamente?

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