Miro hacia atrás y veo mi arma en el suelo. Pese a las múltiples marcas de batalla y el desgaste soportado por el pasar del tiempo aun se distingue la inscripción de la empuñadura, "Logica flagrantiae carnifex est", la lógica es el verdugo de la pasión. Junto a ella yace mi yelmo, tosco y ajado por cientos de pensamientos, ahora reposa y no enturbia mi mente. El tercero en discordia, mi peto, adornado con escena de batalla como si de un mismo héroe me tratara, historias de una vida que intentan ocultar lo frágil y vulnerable que es el torso que protege. Ahora sin el soy mas vulnerable pero siento la libertad de la que el me privada. Los contemplo como compañeros de viaje que han sido, los contemplo como amigos que se van, los contemplo, pero decidido por lo que vendrá.
Siento una brisa y me vuelvo a girar, esta vez hacia el frente. Ante mi contemplo un camino, es angosto, pero algo me dice que recorriendolo me sentiré como en casa, la vegetación lo hace casi imperceptible, la hierba lo baña como si de una alfombra se tratara invitándome a pisarla, mientras que los arboles le dan sombra a modo de arcos, uniendo sus copas en la altura y anunciando mi llegada.
A pocos metros veo una gran piedra, parece apropiada para descansar un momento antes de empezar mi marcha. Me siento y echo mano a mi petate, de el saco un trozo de pan para llenar el gaznate. Mientras lo voy desmenuzando con mis manos empiezo a ser aun mas consciente si cabe de la aventura que me depara el destino. Sin duda, ese camino, aunque familiar me llevará a tierras inexploradas y plagadas de alegrías y peligros, pero no tengo miedo, tengo todo lo que necesito, me tengo a mi, y ahora soy realmente yo.
Ato bien mi petate, me levanto, miro por última vez hacia atrás y comienzo a andar, la brisa vuelve a acariciar mi rostro, ahora libre, noto el latir de mi corazón ahora en mi pecho descubierto. Y una única pregunta turba ahora mis pensamientos:
¿Cual sera mi siguiente destino?
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